jueves, 12 de mayo de 2011

Te invito a mi fiestita Pro

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miércoles, 27 de abril de 2011

Que florezcan mil flores

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martes, 12 de abril de 2011

Garcobos traidor!

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lunes, 4 de abril de 2011

En Chubut, ganaremos por afano!

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lunes, 28 de marzo de 2011

Fuerte aumento de precio del papel higiénico

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miércoles, 2 de febrero de 2011

Heil Mauri!

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lunes, 3 de enero de 2011

La mirada PRO sobre los Reyes Magos

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jueves, 23 de diciembre de 2010

Esquivo

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Otra demora para las muestras de ADN

Marcela y Felipe Noble Herrera debían comparecer a las 9 en el Hospital Durand, donde funciona el Banco Nacional de Datos Genéticos, según la orden de la magistrada que lleva adelante la causa por la posible apropiación de los hijos de la dueña del Grupo Clarín durante la dictadura militar.

Según lo publicado por Clarín ayer, los abogados de los jóvenes adelantaron que interpondrían un escrito ante la Cámara Federal de San Martín impugnando la medida solicitada por la magistrada.

"Es un escrito desesperado más para entorpecer y demorar la investigación", sostuvo esta mañana ante la prensa el abogado de una de las querellas, Pablo Llonto, en las puertas del Hospital Durand. "Desde diciembre de 2002 está ordenada esta medida de prueba que ocho años después todavía no puede cumplirse", aseguró Llonto al referirse a la medida ordenada por el destituido juez Norberto Marquevich.

Los abogados Llonto y Alan Iud, de Abuelas de Plaza de Mayo, se retiraron con la notificación de la directora del BNDG, María Belén Cardozo, informando a la jueza Arroyo Salgado la no comparecencia de los jóvenes al BNDG.

Según informaron los letrados de la querella, mientras la Cámara Federal de San Martín no se expida, la magistrada estará en condiciones de ordenar el auxilio de la fuerza pública para obtener las muestras.

miércoles, 28 de julio de 2010

Nos enseñaron a interrogar a través de la tortura

Esto aseguró el uniformado, frente al tribunal. Los “maestros” eran rangers de EEUU y militares argentinos.

Tan sólo dos testimonios tuvo la jornada doce del primer juicio por delitos de lesa humanidad en Mendoza y si bien ninguno de los imputados fue señalado, el debate sirvió para que un ex militar y actual policía explicara que, años antes de la dictadura, fue entrenado en distintos métodos de tortura a través de profesores argentinos y rangers norteamericanos. También certificó que, días antes del Golpe de Estado de 1976, siendo ya policía, su superior le avisó, al igual que al resto de la compañía, que se preparara para un acuartelamiento y que, horas antes de que se derrocara a María Estela de Perón, todos los policías, junto a militares, se encontraban en formación en la sede de Infantería de San Rafael.

AÑOS ANTES. Roberto Florencio Reyes proviene de familia de militares y llegó a ser cabo primero desempeñando funciones en la banda de música. Allí estuvo hasta 1970, cuando, por un accidente, fue dado de baja y se incorporó a la banda de música de la policía, pero antes de ese accidente, según testimonió ante los jueces Héctor Cortés, Roberto Burad y Roberto Naciff, hizo un entrenamiento bastante particular. Corría el año 1967 y, mientras Ernesto Che Guevara se encontraba en Bolivia, alrededor de 20 rangers norteamericanos y un número similar de militares argentinos dieron un curso antiguerrillero en Salta, donde aparecieron focos de subversión por la época. Allí, según explicó Reyes: “Nos enseñaron a interrogar a través de la tortura”. Entre los métodos aprendidos por los militares argentinos que se presentaron a hacer el curso estaba el procedimiento de estaquear gente. Este consistía en atar a una persona de piernas y brazos y con correas mojadas al sol, cortarle los párpados, para que no pudieran cerrar los ojos y tuvieran que mirar permanentemente el sol y, en ocasiones, tirarles sal. Según Reyes, que argumentó que nunca aplicó métodos de tortura ni en el curso ni en la dictadura, los torturados “se volvían locos”. Reyes también señaló que se enseñó a colgar a las personas de sus brazos, a aplicarles el llamado submarino, en sus dos variantes, el húmedo, que consiste en hundir la cabeza de una persona en un tacho de agua, y el seco, que es producir asfixia a través de una bolsa. En ese sentido, Reyes señaló que “eran métodos que conocía todo el mundo y que los rangers no venían con nada nuevo”. A cambio del aprendizaje, los militares argentinos enseñaron a los soldados que asistían al curso y a los rangers el uso de la picana eléctrica. Reyes, que durante la dictadura y siendo policía fue custodio de los detenidos en la Casa Departamental durante casi dos meses, reconoció que cuando “una persona está en una situación límite, dice cualquier cosa con tal de salvarse”. El curso duró cuatro meses y, según el testigo, las personas lo hicieron “para seguir practicando e intensificando” lo aprendido. Estimó que el curso de aprendizaje continuó a través de los años.

AÑOS DESPUÉS. Reyes explicó que, días antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, el oficial de policía a cargo de la Banda Militar les avisó a todos los miembros, Reyes incluido, que se fueran preparando para un acuartelamiento y, horas antes del golpe, a la medianoche, policías y militares se encontraron en Infantería, donde fueron dadas las primeras órdenes. Allí, Reyes explicó que un militar organizó a un grupo de policías, él incluido, que fue a custodiar una zona llamada Sierra Pintada y, tras cinco días en ese lugar, fue enviado a la Casa Departamental, en donde formó parte de la guardia la noche del 31 de marzo, cuando los desaparecidos Francisco Tripiana y Pascual Sandoval fueron presuntamente dejados en libertad. Según el testimonio de Reyes, con Tripiana y Sandoval no tuvo mucho contacto, en cambio sí con otros detenidos, como Alfredo Porras y el ex gobernador José Martínez Baca, a quienes ayudó en distintas circunstancias, arriesgándose, ya que, según explicó, era visto como traición si uno establecía relación con los detenidos o transmitía recados, como hizo en el caso de Porras, para que su madre supiera que estaba vivo y, posteriormente, para que este viera unos minutos a su familia, previo amenazarlo con que lo mataría si intentaba escapar. Justamente, esa “cuestión humanitaria” era lo que provocaba que él nunca pudiera aplicar los métodos de tortura aprendidos, según explicó. Reyes afirmó también que vio a los imputados José Mussere, Raúl Ruiz Soppe, Juan Labarta y a Raúl Egea en varias oportunidades en la Casa Departamental, aunque sólo en el caso de Ruiz Soppe afirmó que quizás este llegó hasta las celdas de los detenidos. No obstante, el testigo afirmó que nunca vio a nadie con señales de tortura en el centro de detención, aunque admitió que vivir en celdas, casi sin luz, incomunicados, sin que nadie supiera si estaban vivos o no, era una tortura para los detenidos y sus familias. En ese sentido, alegó que los detenidos sentían mucho miedo y terror, porque “no sabían adónde iban a terminar”. En cuanto a los motivos de por qué había presos políticos, Reyes afirmó que nunca lo preguntó. “En ese momento cada uno cuida su pellejo, uno no preguntaba por respeto o para no quedar involucrado en algo”, explicó el miembro de la policía de Mendoza, que señaló también que dudaba de que un detenido torturado, al no tener marcas, le dijera que había sido castigado por miembros de las fuerzas de seguridad.

Publicado en http://www.elsolonline.com